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horror.
 �No hay tiempo para especular sobre esto! �Pronto, estos eyectores!  respondió
secamente el oficial.
Media hora m�s tarde Gordon y Lianna fueron testigos de otro ataque, pero esta vez
cuatro eyectores a presión recibieron la horda el�stica. Los atacantes desistieron.
 �Se han ido!  exclamó uno de los hombres .! Pero se han llevado a dos de los
nuestros!
En el momento en que los dos generadores pararon, Gordon oyó como un nuevo
sonido a distancia.  Lianna, �has o�do esto?
Era como un intermitente redoble de lejanos tambores. Ven�a de la parte oeste de la
selva, iluminada por la nebulosa.
Entonces, rompiendo el acompasado ritmo, llegó a ellos una angustiosa serie de gritos
humanos que se desvanecieron en un triunfante alarido de aullidos guturales. Despu�s,
todo cesó.
 Los dos hombres que han capturado  dijo Gordon  . �Sabe Dios lo que puede
haber sido de ellos!
 �Zarth, esto es un mundo de horror!  dijo Lianna, p�lida . �No es extra�o que el
Imperio lo haya dejado sin colonizar!
Aquella amenaza redoblaba los temores de Gordon. Para asegurar la seguridad de
Lianna contra los horrores de aquel planeta hubiera estado casi dispuesto a regresar a la
Nebulosa. Pero su determinación volvió a �l. Hab�an huido, pero no para volver a caer en
manos de Shorr Kan si pod�an evitarlo.
Siguió haciendo los lentos y disimulados movimientos que iban segando las ligaduras
de materia pl�stica contra el borde mordiente del brazo de su sillón. Finalmente, el
cansancio lo rindió y se quedó dormido. Se despertó pocas horas despu�s del alba.
Bajo la dorada luz del sol la amarillenta selva ten�a un enga�ador aspecto pac�fico.
Pero cautivos y raptores sab�an ya por un igual que el m�s espantoso horror reinaba en el
seno de aquellas doradas y, en apariencia, tranquilas profundidades.
Durante todo el d�a Gordon siguió frotando y buscando la abrasión de la ligadura.
Desist�a sólo cuando los ojos del guardi�n se posaban sobre �l.
 �Crees poder liberarte?  preguntó Lianna, esperanzada.
 Esta noche podr� acabar de desgastarlo  murmuró �l.
 Y entonces, �qu� haremos? �No podemos refugiarnos en la selva!
 No, pero podemos pedir ayuda. Se me ha ocurrido un camino.
Llegó la noche y Durk Undis dio órdenes severas a sus hombres.
 Dos hombres en cada uno de estos eyectores dispuestos a repeler esos seres si
vienen. Mantendremos los generadores en marcha constantemente.
Aquello eran buenas noticias para Gordon. Facilitaba la realización del dif�cil plan que
hab�a trazado.
Le parec�a que la correa pl�stica hab�a sufrido ya una abrasión de la mitad de su
grueso, pero era todav�a demasiado fuerte para romperla. Los generadores hab�an
empezado a zumbar y los encargados de la defensa no tuvieron que esperar mucho
tiempo el temido ataque. Una vez m�s, de la selva iluminada por la nebulosa llegaron los
aterradores aullidos guturales.
 �Preparados para el momento en que aparezcan!  gritó Durk Undis.
Con un estruendo de gritos de ferocidad la el�stica horda salió en una impetuosa ola de
la selva. Instant�neamente los eyectores vomitaron potentes rayos de presión sobre ellos.
 �Los detiene! �Sigue, sigue!  gritó Durk Undis.
 �Pero no mueren!  gritó otra voz . Se funden y se escurren hacia atr�s.
Gordon comprendió que aqu�lla era su oportunidad. Todos los hombres estaban
ocupados defendiendo la nave y los generadores funcionaban.
Tiró de sus m�sculos para tratar de romper su ligadura, pero hab�a calculado mal sus
fuerzas. La cinta de pl�stico aguantó. Probó de nuevo, con una fuerza feroz. Esta vez la
ligadura se rompió. Precipitadamente se liberó de las otras.
Se puso de pie y soltó r�pidamente a Lianna. Despu�s se apresuró a cruzar el corredor
en dirección a la sala de transmisiones que estaba enfrente.
 Vigila y av�same si viene alguien  le dijo a la muchacha  . Voy a tratar de poner
en marcha el transmisor.
 �Pero, sabes lo suficiente para poder mandar un mensaje?
 No, pero si puedo ponerlo en marcha, cualquier onda no registrada llamar� la
atención hacia estos parajes  le explicó Gordon brevemente.
En medio de la penumbra de la habitación manipuló al azar los mandos que, seg�n
hab�a observado, manejaba el operador para poder hacer las transmisiones.
El transmisor permaneció mudo. No se o�a el zumbido de la energ�a ni se ve�a el
resplandor de los grandes tubos. Una sensación de desfallecimiento se apoderó de �l al
comprender que su plan hab�a fracasado.
Cap�tulo XIX
MUNDO DE HORROR
Gordon trató de conservar la calma a pesar de la feroz batalla que se estaba librando
en el exterior de la nave. Volvió a manejar los interruptores que hab�a visto accionar al
operador.
�Hab�a olvidado uno! En cuanto lo conectó, los generadores de fuerza cobraron vida y
los grandes tubos de vac�o comenzaron a relucir.
 �Los generadores deben fallar!  dijo gritando uno de los defensores de la nave  .
�Los chorros est�n perdiendo fuerza!
 Zarth, est�s tomando tanta fuerza que los eyectores fallan  le avisó Lianna . Van a
venir a ver qu� pasa.
 �Es sólo un momento! dijo Gordon inclin�ndose sobre la placa de esferas de nonio.
Sab�a que era incapaz de mandar ning�n mensaje coherente. No entend�a casi nada
en aquellos complicados aparatos de futura ciencia, pero si consegu�a mandar algunas
se�ales incoherentes, al proceder de un lugar considerado deshabitado, despertar�a con
seguridad las sospechas de los cruceros del Imperio que rondaban por all�.
Gordon manipulaba todo aquello al azar. Los aparatos lanzaban chispas y silbidos,
aullaban y volv�an a callarse bajo su mano inexperta.
 �Estos brutos van a pasar!  gritó Durk Undis con cólera  . �Linn, ve a ver qu� les
pasa a estos generadores!
La batalla era terrible, casi cuerpo a cuerpo. Lianna lanzó un grito de advertencia.
Gordon se volvió. Linn Kyle, feroz y despeinado, estaba de pie en el umbral de la sala
de transmisiones. Lanzó un grito y agarró su pistola atómica.  �Maldita sea, hubiera
debido pensar...! Gordon se arrojó sobre �l y de un pu�etazo lo hizo rodar por el suelo. [ Pobierz całość w formacie PDF ]

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    Do wzniosłych (rzeczy) poprzez (rzeczy) trudne (ciasne). (Ad augusta per angusta). (Ad augusta per angusta)

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