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haban sido dejados all 60.000 hombres, que sirvie-
ran de guarnición en la Jonia, bajo el mando del ge-
neral Tigranes, el ms sobresaliente de todos los
Persas en el talle y gallarda de su persona. Hacia
dicho ejrcito, pues, haban determinado retirarse
los jefes de la armada naval, sacadas a tierra sus na-
ves, defendidas all con buenas trincheras, que les
sirvieran a ellas de baluarte y a ellos de refugio y
retirada contra el enemigo.
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HERDOTO DE HAL I CARNAS O
XCVII. Hechos, pues, a la vela con esta resolu-
ción, llegaron los Persas cerca del templo de las
Potnias27, entre Geson y Scolopoente, lugares de
Micale, en cuyas vecindades erigió aquel templo, en
honor de Cres Eleusina, Filistio, hijo de Pasicles,
cuando pasó a la fundación de Mileto en compaa
de Niles, hijo de Codro. Habiendo, pues, aportado a
este sitio, sacaron a tierra sus naves y las encerraron
dentro de un vallado que formaron con piedra y
fagina, y con los troncos de los rboles frutales cor-
tados en aquellas cercanas, alzando a ms de esto
alrededor de la valla una fuerte estacada. Tales eran
los pertrechos con que se disponan, as para resistir
sitiados, como para vencer salidos de sus trincheras,
pues as pensaban poder pelear con distintas posi-
ciones.
XCVIII. Al saber los Griegos que los brbaros
haban pasado el continente, fue mucha la pena que
sintieron de que le les hubiesen escapado, ni acaba-
ban de resolver consigo si volveran atrs o se ade-
lantaran hasta el Helesponto; pero al fin parecióles
bien no hacer uno ni otro, sino darse a la vela para
el continente. Con esto, prevenidos de escalas y de
27
Este nombre, que equivale al de veneradas, se daba a las
diosas Cres y Proserpina.
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los dems pertrechos para una batalla naval, salen
para Micale. Cuando estuvieron cerca ya del cam-
pamento de las naves enemigas, viendo que nadie
las botaba al agua para salirles al encuentro, y antes
bien todas se quedaban encerradas dentro del valla-
do, observando al mismo tiempo que mucha tropa
de tierra estaba apostada por toda aquella playa, lo
primero que hizo entonces Leotiquides fue ir pa-
sando por delante del enemigo, costeando en su
nave la tierra lo ms cerca posible, y hacer que su
pregonero hablase en estos trminos a los Jonios:
-Amigos Jonios, cuantos estis al alcance de mi
voz, estad todos atentos a lo que voy a deciros, pues
bien veis que nada penetrarn los Persas de lo que
preveniros quiero. Encargaoos, pues, que al cerrar
nosotros con el enemigo tengis presente vuestra
libertad y la de todos los Griegos; esto sea lo prime-
ro: lo segundo, os prevengo que no os olvidis del
nombre y sea de Hebe. Vosotros los que me os,
haced que sepan esto los que no me oyen. Este
artificio de Leotiquides entraaba la misma malicia
que aquel hecho de Temstocles en Artemisio, por-
que una de dos cosas deba resultar de all: o bien
atraer a los Jonios a su partido, en caso que el aviso
se ocultara a los Persas; o si no, poner a stos de
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mala fe para con aquellos, si llegaba el trato a noticia
de los brbaros.
XCIX. Despus de esta prevención de Leotiqui-
des, lo segundo que hicieron all los Griegos fue
arribar a la playa, saltar a tierra y formarse luego en
orden de batalla. Cuando los Persas vieron en tierra
a los Griegos dispuestos al combate, informados al
mismo tiempo del soborno intentado con los Jo-
nios, tomaron desde luego sus medidas y precau-
ciones. La primera de ellas fue desarmar a los Sa-
mios, de quienes se recelaban como de partidarios
de los Griegos. Proceda el motivo de tal sospecha
de ver que los Samios haban rescatado a todos los
Atenienses que, dejados antes en el tica y cogidos
all por la gente de Jerges, haban sido trados a Sa-
mos, y que no contentos con esto los Samios, los
haban remitido a Atenas bien provistos de vveres;
motivo por el cual haban dado no poco que sospe-
char a los Persas, redimiendo hasta quinientas per-
sonas enemigas de Jerges. La segunda precaución
tomronla los Persas mandando a los Milesios que
ocupasen aquellos desfiladeros que llevan hasta la
cumbre de Micale, con el pretexto de ser la gente
ms perita en aquellos pasos; pero con la verdadera
mira de hacer que no se hallasen mezclados en su
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ejrcito. Por estos medios procuraron prevenirse los
Persas contra aquellos Jonios de quienes recelaban
que no dejaran pasar la ocasión, si alguna se les
ofreca, de intentar una novedad. Hecho esto, fue-
ron atrincherndose detrs de sus gerras o parapeto
de mimbres para entrar en acción.
C. Una vez formados los Griegos en sus filas,
parten sin dilación hacia el enemigo, al tiempo mis-
mo de ir al choque, y vuela por todo el campo ligera
la fama con una fausta nueva, y deja verse de re-
pente en la orilla del mar una vara levantada a ma-
nera de caduceo. La buena noticia volaba diciendo
que los Griegos en Beocia haban vencido al ejrcito
de Mardonio. Ello es as, que los dioses con varios
indicios suelen hacer patentes los prodigios de que
son autores, como se vio entonces, pues queriendo
ellos que el destrozo de los brbaros en Micale
coincidiese en un mismo da con el ya padecido en
Platea, hicieron que la fama de ste llegase en tal
coyuntura, que animase mucho ms y llenara de
valor a los Griegos para el nuevo peligro, como en
efecto sucedió28.
28
No tuvo este prodigio por autor a otro dios ni diosa que al
mismo astuto y poltico Leotiquides, como lo han declarado
despus Diodoro Sculo y Polieno.
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CI. Otra particularidad observo en este caso, y
es que las dos batallas de que hablo, se dieron en
las vecindades de los templos de Cres Eleusina,
pues segn llevo ya notado, la batalla en Platea se
trabó junto a aquel templo, y la que en Micale iba a
emprenderse haba de darse cerca de otro que all
haba. Y en efecto, concordaba con la verdad del
hecho la fama que all corrió acerca de la victoria de
Pausanias y de sus Griegos, habiendo sucedido bien
de maana la batalla de Platea, y la de Micale por la
tarde de aquel mismo da. Ni tardó de cierto a sa-
berse la nueva, pues dentro de pocos das se vio
clara y evidentemente que las dos acciones sucedie-
ron en un mismo mes y da29. Lo cierto es que los
Griegos de Micale, antes de que volando les viniese
la fama como para ganar las albricias, estaban muy
temerosos y solcitos, no tanto por su propia causa
como por la comn de los dems Griegos, siempre
con el temor de que cayese al cabo la Grecia toda en
las manos de Mardonio; pero llegada la fausta nue-
va, iban al combate con nuevos nimos y mayor
bro. Ni es de extraar que as los Griegos como los
brbaros mostraran prisa e inters en una contienda
29
Fue el da 3 del mes tico llamado Boedromion.
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cuyo galardón haba de ser en breve el dominio de
las islas y del Helesponto.
CII. Iban, pues, los Atenienses avanzando por la
playa y por la llanura vecina, con los aliados que se
haban formado a su lado, componiendo como la
mitad de la tropa; y los Lacedemonios con las de-
ms tropas ordenadas en el suyo caminaban por
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